martes, diciembre 04, 2007

Miles de imágenes que vienen a mi mente, caras desgarradoras, rostros sin rostro. Pasillos oscuros y miradas perdidas de gente siniestra. Hay gente forme y deforme, todos me asustan por igual. Todos me observan de una manera extraña, sus miradas, todas me dan miedo, mucho miedo.

Cada imagen seguido por un flash. Cada flash, junto con un sonido que lo acompaña. Un ensordecedor ruido.

Molesto, abrupto.

Penetrante.

Cada imagen, terrible, cada ruido, desgarrador.

Mi alma se iba haciendo más pequeña, y crecía mi temor.

Por dios, esta sensación de luchar por salir del maldito sueño, que sabés pesadilla, pero igual te da miedo. Te congela y no permite pensar.

Siento que mis músculos desaparecen, no puedo abrir los ojos por más que quiera.

Me encuentro en el centro perfecto: entre la conciencia y la inconciencia. Sabiéndome temerosa, pero completamente incapacitada de despertar.

Maldigo las putas pesadillas.

La luz me calma un poco los nervios.

Logré despertarme al fin.

Cada vez que me pasa esto, que tengo un mal sueño y luego de luchar, logro salir de él, siento que salgo de un coma. Siento que avanzo desde lo profundo de un pozo, veo una luz y me acerco allí. Esa es mi salida. Físicamente siento el mal sueño abandonando mi cuerpo. Como si fuera un demonio, un espíritu endemoniado.

Los más terrible de mis pesadillas no son el contenido en sí de lo que veo. Imágenes espantosas a veces, si. Monstruos, rostros desgarrados por la vida misma, interna y externamente. Antes era la persecución, los precipicios; miedos aterradores que me dejaban congelada, sin reaccionar. Quería luchar contra quien me perseguía, quería volar si me caía, pero no, nunca tenia las fuerzas. En mis sueños mi fuerza, mis músculos, nunca existieron. Yo estaba completamente indefensa. Luchando para salir del sueño, lo lograba y no llegaban a alcanzarme, no me tocaban, no llegaba al piso.

Ahora escucho los flashes, siento como me tocan los espíritus. Lo siento físicamente, lo se. Alguien realmente me presiona la cabeza, lo veo en mis sueños y lo siento en mi piel. Exteriormente. Veo los flashes y los escucho. Mi mente no lo soporta.

Mi alma menos.

Logro despertarme. Profunda lucha para llegar a eso.

Por unos momentos necesito incorporarme, comprobar que mi alma esta en mi cuerpo.

No sin antes prender la luz.

Mi brazo es el único que funciona, el que alcanza la luz, el que ilumina mi cuarto lleno de espíritus y los aleja, los esconde en las sombras.

Solo se ven en la oscuridad. Solo se sienten allí.

La luz los aleja o alejara mi mente de ellos, no lo se.

Mis manos siguen temblando.

Todavía me duele el pecho de la angustia. Esta cerrado, acongojado, presionado de la fuerza que hice para salir por completo del estado de inconciencia hacia el despertar.

De a poco siento la movilidad de vuelta, en mis manos, dedos, pies, piernas, rostro.

Se relajan mis facciones.

Puedo quedarme tan cansada pero con los ojos abiertos y la luz prendida un rato más.

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